Cuando no se tienen metáforas ni palabras a las que agarrarse, uno recurre a las onomatopeyas, que son puñetazos de lirismo atropellado. Hace unos días irrumpió un economista de pajarita y bigote exquistamente recortado en mi desayuno con periódico. Le preguntaban sobre el último dato del paro en EE.UU. La tasa de desempleo bajó en marzo de 8,9 % a 8,8 %. El economista, con uno de esos apellidos repletos de consonantes que se atragantan en la garganta y hacen implorar por la delicada claridad de una vocal, dijo lo siguiente.
Mi reacción fue "fíu". Eso es mejor que "agh" pero no tan bueno como "guau" / My reaction was "phew". That´s better than "ugh" but not as good as "wow".
(Es curioso cómo hasta las onomatopeyas tienen traducción al español. Alguien debería hacer un dicionario de onomatopeyas )
sábado, 9 de abril de 2011
viernes, 1 de abril de 2011
Modos literarios de vestirse en la ciudad de Nueva York
Ahora que me dispongo a ir al campo, me recuerdo. Así es como se ponen los abrigos en marcha los neoyorquinos del Upper East Side. Idéntico a cómo lo hacen los personajes de los libros de J.D Salinger sobre la familia Glass que leo en los autobuses S4 y S2 del noroeste de Washington D.C.
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