Conviene comenzar por el principio. La Historia es el principio. En una ciudad como Washington, capital de los Estados Unidos de América ubicada en el Distrito de Columbia, todo aparece teñido por el barniz de la historia. Todos los profesores que he tenido de Historia tenían barba. Incluso las profesoras. Ahora mismo, tecleo con barba. Sin embargo, soy un enamorado de los bigotes. Que vienen a ser a la barba, lo que el periodismo a la Historia. Estas serán, pues, unas crónicas sobre lentejas, bigotes y laptops. Bigote en el sentido amplio: más allá de la limitada acepción de pelo-que-nace-en-el-labio-superior El bigote como espacio mental.. El bigote, como las lentejas, los laptops y la historia, es una manera de ver la vida. Hay otras, aquí va la mía.
Decía que en una ciudad como Washington D.C., en la que hasta las papeleras tienen un doctorado en Historia Contemporánea, se agradecen placas como la que inaugura estos escritos, prescindibles por otra parte. "En este lugar en 1897 no sucedió nada", reza la puerta de esta casa dela calle N, entre la 22 y la 23 de Georgetown. Es, obviamente, una mentira flagrante. Seguro que ocurrieron miles de cosas durante ese año. Por ello, precisamente, la importancia de la placa.
Desde aquí mi más rendido homenaje al forjador del olvido que se esconde tras la placa. Se levanta el telón.
Me ha encantado. Aplaudo la placa, y la compleja combinación de lentejas, bigotes y laptops.
ResponderEliminarVivan los blogs conceptuales!!
:)
Ole Fonete!! Yo soy de patillas y fabada :)
ResponderEliminarTe seguimos desde Dubai. Abrazo!!
Soy yo Walfonson! Debes haber ido donde hay pan, pero nada en las placas!
ResponderEliminarYa que no te comunicas te seguiremos por acá. Congratulations!
Un besazo y muchos bigotes!!